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/GDI/ TER 1. 2013-2014
TER,
Ahora, casi a un año vista del inicio de nuestro proceso de aprendizaje, podemos mirar atrás con la suficiente perspectiva para ser conscientes de todos aquellos conceptos, al principio solo intuidos o apenas atisbados, y que ahora, lejos de dominar aún, forman parte ya de nosotros de una manera tan íntima.
Apenas podemos imaginar ahora todo aquello que nos rodea sin esos filtros, quizá aprendidos o tan sólo redescubiertos y, que a partir de ahora, nos serán ya imprescindibles y nos acompañarán sin duda, en nuestra percepción e interpretación del mundo que nos rodea.
La realidad puede ser la mejor experiencia para comenzar a imaginar. Incluso sería imposible entender la esencia de una de las asignaturas más experimentales de nuestra carrera, sin atender ni un solo momento a la realidad que nos rodea. Desde el comienzo aprendemos a ver, “a ver las cosas como son y no como sabemos que son”. Esto es, presentar con figuras, trazos, manchas, lo que la imaginación retiene: comenzamos a representar.
Más allá de un simple “abecedario”, esos sonidos casi guturales se convierten en la asignatura de TER I, en verdaderos poemas surgidos de la casualidad, pero es al terminar cuando alguien incluso podría preguntarse si finalmente es pura casualidad o más bien causalidad del trabajo diario.
Sea como fuere, el trayecto que experimentamos desde la simple búsqueda de la sombra, la luz que espera salir o llegando incluso a la pura imitación de técnicas y estilos de aquellos autores que marcaron esencia dentro del arte, nos ha convertido al final en pequeños adictos a la casualidad, adictos a buscar, experimentar, adictos a lo nuevo, pero también a lo viejo que nunca acaba de morir, adictos a la creación. En cierto modo aprendemos a expresar, esto es, mostrar aquellos efectos que provocan las cosas en nosotros, que siempre tienen que ver más con la emoción que con la razón.
Una emoción que sin duda nos empujará a interpretar la realidad, ya sea naturaleza, arte, arquitectura, y que ya nunca será la misma para todos, sino que se descubrirá cargada de subjetividad a través de unos ojos que miran desde el interior, desde la emoción que nos provoca, que nos susurra, que nos emociona.
De todo esto trata el camino emprendido…
Irena Ventislavova y Roberto Parra
Fotografías: Alfredo Rico Lambert